domingo, 12 de marzo de 2023

Badal

      Joder. Joder y joder. No pensaste nunca que todo podría ir tan mal. Una infancia de miseria en el Pakistan natal. Vivir en una media casa. Las calles llenas de barro. Una escuela mínima para aprender un par de cosas. A los 10 años trabajando para hacer camisas. El encargado siempre chillando. ¡Azotes!

A los 16 alguien te habla de marchar a Europa. Ahorras los dos mil ni se sabe como. A los 19, ya casado, tomáis el vuelo. A Paris.

Un barrio del norte. Un trabajo duro en el mercado de abastos. Cargar con esas terneras tan grandes durante ocho horas.

Nace la hija. Eso os hace sentiros muy felices

Te duele tanto la espalda que ya no sabes si podrás continuar. Ya vas mediando los treinta.

Mahin te dice: Ves a España. Ahí están bien. Tienes ahorros. Monta tu negocio.

No lo piensas demasiado. Llegas a Barcelona en el 2007. Te ayudan a buscar el local. Un pequeño lugar en la calle Cáceres. El Petit Comerç, le llamas. Un colmado donde vendes un poco de todo. Abierto desde las 10 de la mañana hasta las 11 de la noche. Todos los días. Tu mujer te ayuda a cubrir las horas. La niña, que ya no lo es, saca buenas notas y parece que vale para la universidad.

Parece que la vida va bien. Hay sonrisas. Por la noche. El único momento para el descanso.

Pero en el 2009 algo se tuerce. No sabes que pasa. Los clientes bajan. Vendes menos. Esa gente alegre que pasaba a última hora a comprar bebidas y algo para comer ya no viene. Aguantas como puedes. Al año siguiente todo va a peor. En la Rambla de Badal han abierto un supermercado, un Suma, que hace el mismo horario bestia que el tuyo. Pero está mejor puesto y es más barato.

Casi nadie entra ya en tu tienda. Hace un par de meses que has colgado un cartel para traspasar el negocio.

Nadie parece está interesado. Ya te ves bajando la persiana, un día. Y no volver a subirla. Y ya no saber que hacer. Joder. Joder y joder. No es un mundo para pobres.