Dale la vuelta a la llave. Esta mañana cerraste solo con una. Ya sabes que es mejor hacerlo con las tres.
Puedes dejarlas sobre la mesita.
Primero quítate los zapatos. En la habitación. Claro. ¿Donde va a ser? Luego los pantalones. ¿Tienes ganas de orinar? ¿Esperas a ponerte el pijama o vas ya? Esperas. Vigila que luego no tengas que correr. No dejes la ropa sobre la cama. Mejor la vas guardando en el armario. Ya se que así te das más prisa. Pero, luego, tendrás que hacerlo igualmente. ¡Ah! Lo haces por el apuro del pipí. Mejor ve ahora y luego terminas con la ropa. Te has vuelto a olvidar de subir la tapa. ¡No! Ahora no lo hagas. ¿No ves que has mojado todo? Y usa papel. Que siempre te queda un circulito de orina. Da igual que nadie te vaya a ver.
No abras las nevera descalzo. Hay gente que ha muerto electrocutada. Si enrollas una loncha de queso semi con otra de jamón tienes un buen tentempié.
A esta hora, en la tele, no hacen nada. Deja puesta la sexta. Aunque no la mires. Siempre acompaña.
A ver los whatsapp. El chiste de Emilio en el grupo del curro. Es el único que cuelga algo. El mal rollo os ha contagiado a todos. El, como no se entera… Tu madre, que si el sábado irás a comer. Cada vez está peor. Hoy es martes. Tiene una obsesión con la planificación que empieza a preocuparte. Ni rastro de Celia. Sigue sin contestar.
Llaman a la puerta. Y ahora, ¿quien será? A estas horas. No esperas nada de Amazon.
Por la mirilla ves un tipo sesentón. Vestido de negro. ¿Una sotana? ¿Un cura? ¿Que querrá un cura? Abre.
–Buenas tardes. Vengo a traerle la Sagrada Familia. –Te alcanza una capillita con la Virgen, San José y el niño Jesús.
–¿Y que tengo que hacer?
–Guardarla durante una semana. Volveré a buscarla.
–¿Pero hay que pagar alguna cosa?
–No, no. Solo guardarla. Y rezar. Ya sabe.
–Vale. Pues…
–Hasta el martes.
–Acompáñalo a la puerta. De momento, déjala encima de la mesa del comedor. Luego ya verás donde la pones.
Acuérdate que, de niño, también la traían. Tu madre le ponía flores. A ratos, encendía una vela. Y se santiguaba cada vez que pasaba por delante. Tu padre se reía. El, más que poco religioso, era anticlerical.
¿Te acuerdas cuando murió? Tardaba en salir del baño. Lo llamasteis, aporreasteis la puerta y no contestaba. Un vecino la consiguió abrir. Y os ayudó a levantarlo del suelo y llevarlo hasta la cama. Le cerró los ojos.
Aquel día también vino un cura. Y puso la Sagrada Familia sobre la mesita de noche. Y rezasteis un padre nuestro. Te acuerdas perfectamente. Como si acabara de suceder.
Los bomberos le encontraron sentado en el sofá. La televisión estaba puesta, la sexta.
La habitación, toda ella, olía a muerto.